De la serie "Hablan de nosotros".
Una iniciativa empresarial permite que la Casona del Mayorazgo recupere un uso que ya tenía a inicios del siglo XVIII
Guillermo Herrero - Aldeasoña | 15/04/2010
De siempre, Aldeasoña es tierra de buen vino. A comienzos del siglo XVIII se construyó en el pueblo una gran casa, llamada desde entonces la Casona del Mayorazgo, que contaba con dos bodegas y un lagar para exprimir la uva. A mediados del XIX, según cuenta Pascual Madoz, Aldeasoña seguía elaborando vino. Y la tradición habría de continuar hasta hace escasas décadas, cuando el éxodo masivo hizo peligrar las viñas.
Por unos años, pareció que las bodegas que decoran Aldeasoña quedarían convertidas en mudos testigos de un pasado esplendoroso. Pero no fue así, en gran medida gracias Javier Pitarch Rodríguez, propietario de la Casona del Mayorazgo, y su amigo Javier García Díez, que después de haber creado en 1998 la bodega Convento San Francisco, en Peñafiel (Valladolid), decidieron ampliar el negocio con una nueva bodega, de nombre Aldeasoña, que se ubicaría precisamente en la Casona del Mayorazgo.
Aunque la aventura segoviana de Pitarch y García comenzó en 2004, hasta finales de 2009 Bodega Aldeasoña no ha sido una realidad. Entre ambas fechas se rehabilitó la Casona del Mayorazgo, incluyendo su lagar —levantado en 1715— y se construyó una moderna bodega con depósitos de hormigón.
De momento, Bodega Aldeasoña no utiliza uva de ese término municipal, sino procedente de Baños de Valdearados y La Horra (Burgos). Inicialmente, la marca ‘Aldeasoña’ se elaboraba en la bodega Convento San Francisco, siendo su producción muy escasa (7.300 botellas). La última añada de ‘Aldeasoña’ (13.000 botellas) ha nacido ya en tierras segovianas.
“Hemos apostado por poca producción pero de muchísima calidad”, afirma García Díez, que comparte responsabilidades en Bodega Aldeasoña con César Pitarch, hijo de su compañero Javier.
Lo que realmente diferencia al vino de Bodega Aldeasoña es la calidad de su uva, nacida en viñas viejas, plantadas a principios del siglo XX, antes de la expansión de la filoxera. “Es 100% tinto aragonés”, explica García Díez, añadiendo que se envejece en barrica de roble francés nuevo.
Con estas características, Bodega Aldeasoña ha entrado ya en la denominación ‘Vinos de la Tierra de Castilla y León’, y aunque su principal punto de venta es en la bodega Convento San Francisco, ya ha empezado a dar sus primeros pinitos en el mercado internacional, con exportaciones puntuales a países como Estados Unidos, Puerto Rico, Brasil o Alemania.
Más allá de abrir nuevos mercados, la propiedad de Bodega Aldeasoña quiere ahora que sus instalaciones sean visitables, de modo que los turistas puedan descubrir un monumento prácticamente desconocido y, al tiempo, aprender el proceso de elaboración del vino. El enoturismo llegará, pues, a Aldeasoña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario