Varias localidades de nuestra comunidad son muy antiguas, de más de mil años, y mil años dan para mucho. Incluso, tenemos un santo: San Juan de Sacramenia, también llamado San Juan Paniagua. Esta es su historia.
Juan de Sacramenia
S. XII
ermitaño cisterciense
fiesta, 17 de diciembre
La abadía cisterciense de Sacramenia, en tierras segovianas, fue, hasta la expulsión de los monjes, en la desamortización de 1835, una de las más importantes que la Orden tenía en España.
El 30 de enero de 1141, el rey Alfonso VII de Castilla ofreció a los monjes franceses de Scala Dei unos terrenos para edificar el monasterio. Poco más tarde, el segundo abad recibió también la donación de la villa de Sacramenia y sus contornos.
Cuando llegaron los primeros monjes encontraron allí al ermitaño san Juan, que habitaba en una cueva y resplandecía en santidad y milagros. Orientó en todo y ayudó eficazmente a los monjes, incoporándose poco después a la comunidad. Se sabe que era natural de Villacastín y las gentes le conocen por "San Juan Pan y Agua", a causa de su mucha penitencia y de que no tomaba otro alimento.
Apenas hubo fallecido, comenzó inmediatamente la veneración popular, tanto entre las gentes de la comarca, como en la Orden de Císter, en cuyo Menologia figura. Su fiesta se celebra el 17 de diciembre.
Durante siglos también ha sido tradicional acudir en romería a su sepulcro la víspera de la Ascensión, así como encomendarse al santo en tiempos de sequía.
Se conserva la cueva donde habitó el ermitaño, en un altozano cercano al monasterio. Estuvo a punto de ser proclamado patrón de la diócesis de Segovia, pero prevaleció San Frutos.
Las reliquias estuvieron colocadas en una urna de plata, detrás del retablo mayor. Cuando los monjes fueron expulsados del monasterio, este quedó abandonado. Tan sólo un monje vivía en él, hasta que pasó a manos privadas.
Los propietarios, en 1925, vendieron el claustro, la sala capitular y otras dependencias a unos acaudalados norteamericanos. Estos trasladaron las piedras y, después de todo tipo de acontecimientos, fue reconstruido en su totalidad en Miami (Florida), donde es la admiración de numerosos turistas.
El templo, por el contrario, declarado iglesia parroquial del pueblo de Pecharromán, con la anuencia de Isabel II, se consesvó ininterrumpidamente con culto. Por este motivo, pasó al obispado de Segovia de acuerdo con una ley de Isabel II de 1854.
La veneración del santo ha sido ininterrumpida. A principios del presente siglo, careciendo de medios para conservar los tejados, sus administradores vendieron la urna de plata del santo, y sus reliquias se colocaron en una sencilla arca de madera.
Recientemente, parte de las reliquias de San Juan Paniagua fueron sacadas en procesión y depositadas en un nicho abierto en un muro, junto al retablo mayor. Otra parte, envueltas en un precioso paño del s. XVIII y debidamente selladas, fueron entregadas al monasterio de las monjas cistercienses de San Vicente el Real de Segovia, efectuándose la traslación el 20 de agosto de 1976.
La comunidad colocó las reliquias en la capilla de la Santísima Trinidad, situada en el claustro.
Del Diccionario de los Santos.
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