miércoles, 25 de enero de 2012

200 años de remolacha azucarera

Este año la remolacha azucarera cumple 200 años. La explotación inicial se inció en Francia. Para Francia fue una pequeña revolución pues hasta entonces dependía del azúcar de caña procedente de las Antillas. Hoy Francia es el primer productor mundial y exportador europeo de azúcar de remolacha.

El 2 de enero de 1812 Napoleón Bonaparte visita a Benjamin Delesert en una azucarería de la colina de Passy, entonces un barrio de las afueras de París. Francia necesitaba un sustituto del azúcar de caña puesto que estaba sometida a un bloqueo continental decretado por la "pérfida Albión" -tal denominan también los franceses a los británicos- para desestabilizar el país en 1806.

Botánico de formación, "Delessert llevó a escala industrial los trabajos de los investigadores para la extracción de azúcar de remolacha" así lo explica Bertran du Cray, director general de Cedus (Centro de estudios y documentación sobre el azúcar). El azúcar está presente de manera natural en numerosas plantas, incluyendo la patata; sin embargo, la tasa más elevada de azúcar se extraería de la remolacha, entre el 15% y el 20% de su precio" según señala este responsable, ingeniero agrónomo de formación.

Tan pronto como Napoleón vislumbró las posibilidades de esta raíz, firmó el acta de nacimiento de un sector agroindustrial que sería estratégico para el país.

La remolacha se había desarrollado principalmente en Alemania para la obtención de azúcar hasta entonces.

Fue en 1747 cuando el científico alemán s Sigismund Marggraf demostró que los cristales de sabor dulce obtenidos de la pulpa de la remolazca azucarera eran idénticos a los de la caña de azúcar. Este primer descubrimiento transformaría el cultivo de la remolacha medio siglo después.

Hasta entonces, su cultivo era tradicional en España y Francia, pues sus hojas se mezclaban con acelgas y espinacas para guisos y ensaladas.

Otro alemán, Franz Karl Achard consiguió extraer el azúcar de la remolacha. Achard, descendiente de hugonotes franceses que huyeron a Alemania para escapar de las persecuciones religiosas, tuvo como profesor y director a Marggraf y pudo continuar sus investigaciones en muy diversos sectores. Entre ellos la remolacha azucarera.

Inició sus experimentos en su propio domicilio en 1789 con algunas plantas, que luego sustituyó por remolacha. Consiguió rendimientos del 4% y en 1802 su azucarera molía 400 toneladas de remolacha, aún al 4% de riqueza.

La aventura del azúcar de remolacha contó también con el caso de los espías ingleses, quienes intentaron sobornar a los alemanes con el fin de que estos declarasen el completo fracaso de sus experimentos.

Debido a los embargos continentales, en pocos años la remolacha se convirtió en la materia prima principal del azúcar y este producto rico en energía pronto alcanzó las mesas de gran parte de la población.

A comienzos del siglo XIX el azúcar era un producto exclusivo de las farmacias, y solo algunas familias muy ricas accedían a tal lujo.

En la actualidad, el azúcar está presente en la vida diaria: como dulce, en el alcohol de un vaso de licor, como excipiente en los medicamentos y también como combustible de motores.

La superficie escogida para esta raíz está en la cuenca de la región parisina y en las llanuras del norte, al rededor de Lille y Arras, donde han enraizado también grandes familias dedicadas a esta industria.

También escritores dedicados a la litetatura naturalista, como Émile Zola, describen pasajes de la dureza de las condiciones de vida de los campesinos en las grandes áreas remolacheras del norte de Francia.

El futuro del sector se presenta difícil, también en Francia. En 2015 terminan las cuotas. Y a partir de entonces, el azúcar de caña podrá llegar sin límites al viejo continente.

En Francia, los sindicatos del campo optan por extender las cuotas hasta 2020. Para entonces confían en obtener una remolacha enriquecida en azúcar y capaz de competir con el azúcar de caña en precios.

Todo parece indicar que la remolacha azucarera tal y como hoy la conocemos tenga sus días contados, tanto en los campos de Castilla y Andalucía, como en Francia, Italia, Alemania y el centro de Europa.

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