Torrecilla del Pinar
A Segovia, con un libro y un balón
SANTIAGO TOSTE / GARACHICO
De Tenerife a Cádiz, dos días en barco; desde Cádiz a Madrid, 15 horas en tren; de la capital del reino hasta Segovia, también gracias a Renfe, y desde la ciudad del acueducto hasta Torrecilla del Pinar, en coche de línea durante tres horas. Ése fue el itinerario que tuvo que recorrer hace ahora medio siglo un joven Lorenzo Dorta para tomar posesión como maestro de pueblo en su primer destino. Y pese al tiempo transcurrido, parece ser que allí dejó un grato e intenso recuerdo, pues ahora -eso sí, de forma mucho más cómoda y, sobre todo, rápida-, el ex alcalde de la Villa y Puerto de Garachico, y también ex consejero del Cabildo de Tenerife, emprende el regreso, una vez más, a Torrecilla del Pinar, con el feliz objetivo de asistir este sábado al homenaje que le van a ofrecer.
El acto de reconocimiento lo promueve una comisión de antiguos alumnos de Lorenzo Dorta y ex jugadores del Club Deportivo Torrecilla. Y es que, además de a la docencia, el presidente del Consorcio Daute-Isla Baja tuvo en aquellas tierras la oportunidad de seguir dedicándose a una de sus pasiones: el fútbol. Tanto es así, que fue el artífice del nacimiento del equipo de esta localidad situada a 62 kilómetros de Segovia capital y que hoy habitan algo menos de 250 almas.
“En 1960 en Torrecilla no había casi de nada para distraerse -recuerda-, por no haber no había ni fútbol, ni televisión, ni casi ningún otro pasatiempo”. “Fuera de las clases -explica-, me aburría mucho, y recuerdo cómo recorríamos 25 kilómetros en bicicleta para ver en la tele algún partido del Real Madrid, cuando mandaba en Europa, o algún domingo en que podíamos viajar a la capital para verlo en vivo”.
Laurence de Gara
De esa manera, junto a varios vecinos, Dorta buscó en la zona una extensión de campo que, sin muchos desembolsos, pudiese convertirse en terreno de juego. Y así, fichando a varios alumnos, conformó la primera formación de la historia del Club Deportivo Torrecilla, donde ejercía de entrenador, jugador y hasta de periodista. “Enviaba las crónicas de los partidos a El Adelantado de Segovia y, para disimular, no firmaba con mi nombre, sino con el seudónimo Laurence de Gara”.
Hay tres personas a las que Lorenzo Dorta agradece de forma especial la celebración que protagoniza este fin de semana: el actual alcalde de Torrecilla del Pinar, Raúl Martín Pascual; un concejal, Miguel Ruano Benito, nieto de quien fuese alcalde del pueblo cuando llegó por primera vez, Antonino Benito García; y un antiguo alumno, que también fuera portero de su equipo, Antonio García Asenjo. Se da la circunstancia, además, de que García Asenjo es el padre de José Antonio García Calvo, ex jugador del Real Madrid, Atlético de Madrid y Real Valladolid, donde ahora es el director deportivo. García Calvo se sumará el sábado a este reconocimiento echando mano de otra de sus facetas, la musical, pues actuará en el homenaje con la banda de rock que lidera, La influencia de Baco.
Comitiva tinerfeña
Más de 20 de personas se trasladarán desde Tenerife a Segovia para acompañar a Lorenzo Dorta. A este reconocimiento popular se han sumado, entre otras instituciones, el Ayuntamiento de Garachico; el Club Deportivo Gara, donde Dorta llegó a jugar y fue presidente; la Federación Tinerfeña de Fútbol y el Club Deportivo Tenerife.
Desde hoy a ayer
El reconocimiento. La agenda de actividades para conmemorar los 50 años de la primera visita de Lorenzo Dorta a Torrecilla del Pinar, donde vuelve siempre que puede, incluye el descubrimiento de una placa en la plaza mayor, donde también habrá una comida de hermandad con autoridades, vecinos y ex jugadores, y una misa en la parroquia de San Juan, donde se recordará a los fallecidos en todo este tiempo. También se organiza una semana cultural, con una muestra fotográfica, recortes de prensa y recuerdos de la época. Se ha editado un pequeño volumen que reúne anécdotas y vicisitudes de la llegada de Dorta al pueblo.
Un sueldo mensual de 1.600 pesetas. “Recuerdo que llegué a las 11 de la noche a Torrecilla y no sabía dónde ir”, explica Dorta. “Por eso, preguntando a unos y a otros, me presenté en casa del alcalde y le dije que era el nuevo maestro”. “Mientras me recibía -detalla-, yo no paraba de pensar dónde iba a pasar aquella noche. En aquel tiempo en Torrecilla del Pinar no había un hotel ni una pensión, ni nada parecido”, recuerda. “Por suerte -apostilla, me acordé de que traía una carta del gobernador civil de Tenerife, se la di y, nada más leerla, el alcalde insistió en que me quedase en su casa”. El sueldo de Lorenzo Dorta como maestro era de mil pesetas al mes, que luego se complementaba con otras 600 pesetas a través de clases particulares y otras labores docentes. “Con ese salario -concluye-, del que tenía que descontar las 900 pesetas que le entregaba a la hija del alcalde por el alojamiento y la comida, no podía permitirme ningún lujo y la afición más barata era sin duda el fútbol”.
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