La tradición oral narra multitud de historias que ocurrieron en el pueblo 06.06.10 - 01:17 - MÓNICA RICO CUEVAS DE PROVANCO.
Tradiciones:
Durante la procesión de las Fiestas de San Roque y Nuestra Señora, las imágenes de los santos se adornan con racimos de uvas que los mozos intentan quitar cuando el cortejo llega a la plaza.
En Semana Santa, son los quintos quienes sacan en procesión a la Virgen y el Niño.
Otra tradición, ya perdida, tenía lugar en la época de Navidad, cuando los quintos preparaban la fiesta y realizaban una hoguera, además de elaborar un mural en la pared de la plaza.
Gastronomía: Aún se conserva la realización de la matanza tradicional. También es costumbre entre las familias hacer la vendimia y producir su propio vino, que después se degusta con los amigos.
Fiestas: Sus fiestas mayores se celebran en honor a Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, a partir del 15 de agosto.
También se conmemora el Patrocinio de María, el fin de semana más próximo al 8 de noviembre.
Además, se honra la fiesta del Valle del Botijas, en junio.
La tradición oral deja en los pueblos historias que tienen parte de realidad y parte de ficción. En su mayoría, con el paso de los años, qué parte corresponde a cada uno se acaba perdiendo y se convierten en viejas leyendas que se transmiten de generación en generación como parte de la historia de cada uno de los municipios.
En el caso de Cuevas de Provanco, son muchas las historias que han sido pasado de abuelos a padres y de padres a hijos. La primera de ellas hace referencia a su situación, dentro de la provincia de Segovia, pero en los límites geográficos con los territorios vallisoletano y burgalés. Así, cuentan que en la localidad se unieron para celebrar una comida tres obispos. Lo hicieron en la misma mesa, en un único plato y en distintas sillas, pero cada uno de ellos dentro de su provincia.
Otra de las leyendas nos traslada hasta lo que hoy en día son las ruinas de lo que en su antaño fue un castillo. La tradición oral relata la existencia de un caballo de oro escondido entre sus escombros. Además, también cuentan la existencia en la antigua fortaleza de pasadizos y túneles que se comunicaban con distintos puntos del municipio, como la cárcel o el río, para poder huir.
Tal vez este mismo castillo medieval sea el palacio al que hace referencia una de las principales leyendas que se localizan en este término municipal de Cuevas de Provanco. En este palacio vivía un rey moro con todo su séquito y su única hija, Penta, quien era pretendida por numerosos caballeros procedentes de distintas partes del mundo. Sin embargo, Penta no estaba interesada en ningún hombre y su único deseo era retirarse y vivir para la oración, ya que su madre le había enseñado los mandatos de la religión cristiana.
El monarca, al conocer los verdaderos deseos de su hija, enfureció. Existen versiones sobre lo que ocurrió a continuación. Si el padre, ofuscado por la verdad, quiso matar a su hija, que escapó hasta una cueva, o bien que el progenitor cedió ante los deseos de retiro de Penta y mandó su reclusión en una cueva, sin que se proporcionarle ni comida ni bebida.
Las versiones se vuelven a unir en que la hija pasó el resto de sus días en la caverna, dedicada a la oración, la reflexión y el retiro y fue alimentada por las palomas, que en su pico le acercaban distintos frutos y granos de cereal.
La gruta en la que la hija del rey moro pasó sus días estaba situada en una de las laderas de Cuevas de Provanco y hasta nuestros días ha llegado, denominándose desde entonces Cueva de Santa Penta. Los más ancianos del municipio recuerdan incluso un romance que se realizó sobre esta leyenda.
Otra de las cuevas, en este caso la conocida como de la Mora, también protagoniza otra de esas historias que viajan a través del tiempo. Cuentan que en dicho lugar se asentaron unos moros que dejaron allí sus tesoros y riquezas. Sin embargo, este hecho que no se ha podido comprobar por el complicado acceso al enclave.
En la ladera
Además de sus numerosas cuevas, este pueblo tiene mucho patrimonio histórico y natural que descubrir. Llama la atención la ubicación del municipio, sostenido en una ladera; pero más impresiona sin duda parte de su término, donde nace el río Botijas, en el lugar denominado Las Madres, un lugar de pequeños lagos y verdes praderas. Allí, donde brota el agua, el caudal es rodeado por juncos, espadañas y otras especies típicas de zonas húmedas. Un poco más adelante, el caudal aumenta, por la aportación del arroyo Pozuelo.
El camino del río continúa por un valle, que transcurre por Cuevas y tres municipios más de la provincia de Valladolid. Tras la vaguada, el cauce sigue su curso hasta desembocar en el río Duero. Los municipios que tienen como nexo de unión el valle del río Botijas celebran anualmente una fiesta de confraternización que suele culminar con una comida campestre.
EL NOMBRE
Parece ser que el nombre se refiere a la cantidad de cuevas existentes; y su apellido, al que se supone que fue su repoblador, Pedro Blanco. En 1123 aparece nombrado únicamente como 'Covas', mientras que ya en el siglo XVIII pasó de 'Cuebas de Pero Blanco' a su la unión del apellido y la denominación actual , Cuevas de Provanco.
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